by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014
Chapter Description: Por sus malos hábitos de robar prendas de ropa interior, Griselda será transformada por mà en algo que no hubiera esperado en toda su vida...
A la mañana siguiente
Desde mi recámara, acostado en mi cama, pude oír el bostezo de Griselda. Eran las 9 de la mañana, y me había despertado hacía una hora, sólo por la emoción de presenciar lo que iba a suceder. Así que estaba en mi cama, con el pecho desnudo, mi cabeza en la almohada y mis manos en la nuca, tan sólo esperando a reír cuando ella recibiera su sorpresa. Ni siquiera necesitaba estar allí. Escuché cómo los pies de Griselda se dirigían torpemente al baño que está en el corredor entre los cuartos de los dos; seguro mi hermana estaba adormilada, y cerró de un portazo la entrada del baño.
La puerta estaba cerrada, pero de cualquier modo, no era necesario que yo estuviera allí para ver qué ocurría. Tengo también poderes telepáticos, así que puedo saber exactamente lo que las otras personas están viendo; así que no se sorprendan de que pueda contarles toda la historia de lo que Griselda experimentó.
Para alcanzar el baño del espejo, Griselda se paró sobre una caja de madera; sí, es tan bajita que tiene que hacer eso cada vez que se ve al espejo. Se talló los ojos y con una mano se agitó su cabello revuelto. Ahora llevaba puesta una playera azul marino, y sin sostén, pero aún con mi trusa puesta. Con completo desparpajo, se agarró con los dedos la parte de la trusa que tenía metida en la cola, y se la sacó (¡Sí; así de cochina es mi hermana!). Ya que la puerta de mi cuarto estaba cerrada, Griselda tal vez no supiera que yo había llegado en la madrugada, así que no tenía ningún miedo de que la descubriera. Tan dormida estaba, también, que seguramente por eso no se había dado cuenta de que había despertado en su propia cama, aún cuando se fue a dormir en la mía.
Pero tan sólo un segundo después, el sutil proceso de transformación se puso en marcha. Griselda siguió parada sobre la caja, tratando de desperezarse, cuando por fin volvió la cabeza y se dio un vistazo en el espejo. Al principio, no se dio cuenta de nada raro. Pero cuando salió de su estupor, comenzó a notarlo lentamente… ¡No era su rostro de siempre el que estaba reflejado en el espejo!
- ¡Oh, por Dios! – Chilló Griselda, sin poderlo creer. - ¡TENGO CARA DE TRUSA!
Desde mi cuarto, me reí fuertemente; ¡la magia había funcionado! Exactamente esa había sido mi idea, ya que como he contado, Griselda es muy grosera, y algunas veces se refiere, despectivamente, a algunos hombres maduros como “caras de trusa”, al describir sus probablemente aburridas vidas sexuales mientras adivina el tipo de ropa interior que usan.
Pero ahora, la burla era para ella. Sí. La Cara de Griselda ahora se veía exactamente como la de una trusa blanca de algodón. Lentamente, intentó calmarse, primero tocando la superficie del espejo con sus pequeñas manos, y luego mirando más a detalle su nueva cara. Aunque todavía tenía su distintivo cabello, largo y negro, su cara se veía exactamente como la de una trusa de chico, con una superficie blanca de tela de algodón, esa característica cremallera en forma de “Y” en medio, y en la parte de arriba de la cara, en la raíz del cabello, se veía claramente la liga elástica de un calzón.
Por, por alguna extraña razón, Griselda aún era capaz de ver, como si aún tuviera ojos, y podía respirar por la naruz. Incluso hablar, incluso oir.
Incapaz de creer lo que estaba viendo, Griselda se llevó las manos a la cabeza, y acarició la superficie de su cara de trusa con las puntas de los dedos. Se sentía exactamente como si estuviera tocando una trusa de verdad. Atemorizada, comenzó a abrir y cerrar las manos con rapidez. Su respiración se aceleró… ¡¿Qué demonios estaba pasando?!
Pero entonces notó que algo más ocurría. Sus manos se empezaban a sentir sedosas, y Griselda volteó rápido a verlas: La piel se sentía rara, y estaba adquiriendo un color grisáceo. Y luego, volvió a verse en el espejo. Griselda encontró que su cuello comenzaba a ponerse blanco y felpudo, igual que su cara. Sus uñas desaparecieron, fusionándose con la textura algodonosa que ahora ascendía por sus brazos; y cuando ella, angustiada, bajó la vista para ver los dedos de sus pies, los encontró igual.
En medio del pánico, mi hermanastra trató de escapar. Se dio la vuelta hacia la puerta, e intentó bajar de la caja, pero pronto se dio cuenta de que sus piernas eran ahora demasiado suaves y débiles, y su primer paso la hizo caer en sus rodillas. Al sentir su cuerpo ardiendo por la tensión, intentó quitarse la playera, pero encontró que la tarea era imposible de hacer; la propia camiseta se estaba volviendo algodón, y se estaba blanqueando, como si comenzara a fusionarse con sus brazos y cuello de tela. En medio de sus senos, ahora, la cremallera en forma de “Y” comenzaba a aparecer.
Casi enloquecida, Griselda echó un vistazo a su entrepierna.
“¡SÍ! ¡Las Trusas! ¡Todo es por ellas!”.
Tan pronto como pudo, Griselda trató de bajarse las trusas con toda su fuerza, pero éstas apenas bajaron hasta la mitad de sus nalgas, que todavía eran redondas y carnosas, enseñando buena parte del fundillo. Pero era inútil: ahora sus trusas se estaban fusionado con sus piernas, que también se empezaban a hacer de algodón. Sintiendo cómo la culpa la corroía, Griselda observó de nuevo la liga de la trusa, que todavía tenía escrito sobre ella el nombre de su verdadero propietario:
“FÉLIX”
Pero pronto, Griselda encontró que las letras se desvanecían… ¿Era todo un problema de visión? ¡NO! ¡Era real! La leyenda en la liga de la trusa estaba cambiando. Y en cinco segundos, el nombre en ella fue reemplazado. Ahora se leía claramente:
“GRISELDA”
La puerta del baño se abrió lentamente, con un chirrido, y Griselda volvió la cabeza para ver a la persona que entraba. Me paré en frente de mi hermanastra, para mirarla; Griselda estaba tirada en el suelo, con su trasero y todo su cuerpo convirtiéndose poco a poco en un par de trusas. Ella intentó gatear hacia mí, pero se dio cuenta de que su cuerpo estaba vacío… Tal como un par de trusas, esperando a que alguien las llene.
Su cabello se estaba también replegando, para terminar con la transformación. Y pronto, el proceso acabó.
¡POP!
El cuerpo de Grisleda se encogió, fundiéndose totalmente en un par de trusas de chico, de talla mediana, muy blancas y 100% de algodón, con esa distintiva cremallera en forma de Y en el centro, y la confiable liga con puntos azules en la parte superior.
Y Griselda ya era totalmente incapaz de moverse. Pero aún era capaz de percibir con sus cinco sentidos. Caminé hacia ella y la recogí del suelo. Y conforme la alzaba por la liga, Griselda sintió tal como si la hubiera jalado de los pelos. Sí, así de raro. ¿Cómo es que aún podía sentir?
Para limpiar la trusa del polvo del piso con el que se había ensuciado, decidí sacudirla, dándole dos golpecitos en la parte de atrás. Y Griselda gritó débilmente, sintiendo tal como si alguien le hubiera dado un par de azotes en las nalgas. Extrañamente, Griselda se dio cuenta de que ahora ella era esa trusa viviente; las partes de la trusa correspondían a algunas sensaciones de su cuerpo femenino original.
La cosa era interesante, pero aún así se sentía confundida, y enojada. Desde luego, ya no podía hablar; pero intentó con todas sus fuerzas decirme algo, gritándole dentro de mi mente. Para su suerte, con mis poderes telepáticos era capaz de oírla.
“¡Óyeme! ¿Qué fue lo que pasó?!”, me gritó, histérica.
Solamente me reí, tomándome mi itempo para contester, mientras las emociones de Griselda se exacerbaban todavía más.
“No te precoupes, hermanita. Todo estará bien”, le respondí , telepáticamente.
Desde luego, Griselda no estaba satisfecha con mi explicación. Se estaba volviendo loca allí adentro, y nuevamente me increpó:
“¡Dios Santo, Félix! ¡¿Tú me hiciste esto?! ¡¿Qué rayos estás pensando?! ¡Yo soy tu hermana!”.
Me reí de buena gana, antes de contestar.
“Sí, Gris. Pero te dije que no agarraras mis trusas sin mi permiso.”
Griselda se sintió contradecida, sin saber qué responder.
“¡Pero…! ¡Pero tú…! Nadie te da el derecho de convertirme en… ¡En una trusa! ¡Regrésame a mi cuerpo en este momento!”
Otra vez me carcajeé, esta vez en verdad divertido. Pero ella siguió quejándose:
“¡Ya estuvo bueno, Félix! ¡Sácame de aquí, por favor! ¡¡Por favor!!”.
No podia dejar de reírme, ahora que mi hermana era tan solo una trusa histérica trusa forcejeando en mi mano. Me levanté, con ella en mano, y salí del apartamento.
“¡¿A dónde me llevas ahora?! ¡Basta, Félix, por favor!”, implore Griselda.
Llegué a la lavandería del edificio. Es un cuarto con lavadoras automáticas, donde toda la gente del edificio lava su ropa, incluso su ropa interior, en las máquinas que se rentan. Sentía a Griselda temblar en mi mano; aún podia ver y escuchar, así que sabía exactamente donde estábamos.
“Felix... No irás a hacer lo que creo, ¿verdad?”, Griselda me advirtió, muy asustada.
Nuevamente me reí, hacienda una voz tenebrosa con el ruido de las lavadoras de fondo.
“Es por tu bien, hermanita”, le dije, “necesitas una Buena disciplina, y esto será sólo el comienzo”, terminé, riendo.
Una carga de lavandería estaba casi completada, y abrí la tapa para meter una prenda extra. Rápidamente, puse a la Griselda-Trusa dentro de la máquina y presioné el botón para continuar el ciclo de lavado.
“¡¡Féeeeelixxx, por favoooor...!!”.
Escuché cómo la voz de Griselda se alejaba dentro de la máquina, mientras la veía girar y girara través de la ventana de la lavadora, como las sucia trusa de hombre que era ahora. El jabón comenzaba a impregnarla tan bien, dejándola muy limpia. No pude evitar imaginarla como aquella bonita niña que había sido hacía tan solo unos minutos, dando vueltas allí dentro desnuda, con su largo cabello cubriendo su espalda, una y otra vez, en las fuertes olas de la lavadora.
Desde luego, sabía que ella estaría bien. Pero lo más interesante ocurriría cuando saliera de la máquina...
[size=4]CONTINUARÁ[/size]
Mi Hermana, Mi Trusa (My Sister, My Briefs)
by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014
Stories of Age/Time Transformation