by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014
Mi hermanastra tiene algunos vicios tan molestos, que tendré que usar mis poderes mágicos para hacerla percibir el mundo desde otra perspectiva. Una oportunista Transformación será el inicio de sus aventuras. This is the Spanish version of "A Brief('s) Weekend".
Chapter Description: Asà es como tomé mi decisión de transformar a Griselda.
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Me llamo Félix y esta es mi historia. En realidad, no es mi historia. Lo que les contaré es lo que les pasa a las muchachitas traviesas como mi hermanastra, Griselda.
Vivo con Griselda en un departamento en el centro. Así es, como mi mamá se casó con otro hombre, ella es mi hermanastra. Griselda tiene 21 años, pero se ve como una niña, y se comparta como una. Griselda es una niña bajita, apenas llegando al metro veinte, y su cuerpo en sí luce diminuto; tiene piel blanca y perfecta, cabello negro y lacio, grandes ojos verdes y labios sonrosados. Por sus rasgos, cualquiera la confundiría con una niña; su expresión de inocencia no hace más que aumentar su parecido con una. La única y definitiva forma de distinguirla de una chiquilla es viendo su enorme busto, que la cualifica como una jovencita cualquiera.
Pero a pesar de ser tan bella por fuera, su conducta es inaceptable. Aunque muy inteligente, Griselda es perezosa y grosera; tiende a pasar mucho rato arreglándose para verse bella, y gasta mucho dinero comprando los accesorios de moda. Sin embargo, malgasta la mayor parte de su tiempo tirada en la cama viendo la televisión, y ni siquiera se ocupa de limpiar su cuarto. Su cama está siempre cubierta de ropa sucia y envoltorios de dulces. Aún cuando yo, su hermano mayor y única autoridad, le ordeno constantemente asear su alcoba, a veces muestra un lado paranoico y me grita cuando intento razonar con ella.
Pero la parte más molesta de su comportamiento, y lo que finalmente la llevó a vivir una experiencia inolvidable, es su extraño fetichismo sexual. Griselda no se baña muy seguido, y le gusta pasar usando la misma ropa interior durante tres o cuatro días. Para mí es una verdadera molestia tener que ocuparme de sus calzones sucios. Pero lo peor, y que se ha vuelto más recurrente a últimas fechas, es que en algunas ocasiones la encuentro robando y usando MI ropa interior.
Sé que suena increíble, pero la he atrapado haciendo la travesura tres veces hasta ahora: La primera vez, estaba entrando al cuarto de lavado, cuando vi cómo esculcaba en mi canasta de ropa, tomaba una de mis trusas y la metía en su bolso. La próxima vez, llegué a casa antes de lo esperado y alcancé a verla por la ventana; estaba sentada en el sillón, con mis trusas puestas, viendo la televisión. Y hace una semana, cuando investigaba la extraña desaparición de algunos de mis calzoncillos, entré a su cuarto mientras dormía. Ella estaba en la cama, cubierta con las sábanas, aparentemente dormía con su playera azul puesta. Pero cuando decidí apartar las sábanas, descubrí su delito: Griselda dormía como de costumbre, con las piernas abiertas, pero por debajo de su cintura lo único que la cubría eran mis trusas blancas. No sabía que hacer; intenté quitárselas jalando el elástico, pero cuando vi que retorcería los dedos de los pies y fruncía el entrecejo, me rendí. Decidí que las cosas no podían seguir así, de modo que tendría que hablar con Griselda.
A la mañana siguiente, conversé con ella muy seriamente. Le ordené expresamente que no volviera a tomar mis trusas, y le expliqué cómo la ropa interior es algo privado que no debe ser usado por nadie más que el dueño. Griselda puso una cara de timidez, como si en verdad me escuchara, aunque yo sabía que se estaba riendo por dentro, y que no dejaría de robar mis trusas para complacer su ansia de travesura.
Así que tuve que comenzar a pensar en una forma de dejar que Griselda se pusiera mis trusas sin mi permiso.
Lo que no les he contado aún es acerca de mis poderes. Así es, yo nací dotado del poder de transformar la realidad a mi voluntad, más o menos. Esto lo saben muy pocas personas, y hasta ese momento, mi hermana también lo ignoraba por completo, así que diseñé un plan para castigar a Griselda y corregir su mala actitud.
Tal como pensé, luego de volver de un viaje de negocios que me llevó toda la semana, llegué a casa el Sábado, totalmente exhausto. Eran ya la una o las dos de la mañana, así que abrí la puerta procurando no hacer ruido. Sabía que Griselda podría estar durmiendo a esa hora, y siendo tan temprano, tenía la oportunidad de verificar si había corregido su comportamiento. Así es, le dije que llegaría a casa el sábado, pero no le dije a qué hora, así que imaginé que se esperaría mi inspección.
Anduve hacia su recámara, caminando de puntitas, y con cuidado me agaché frente a su cama. Tomé con las puntas de los dedos las sábanas y las levanté de pronto, para sorprenderla. Pero el sorprendido fui yo: NO HABÍA NADIE BAJO ELLAS. ¿A dónde podría haber Griselda ido?
De pronto tuve una idea. Caminé a mi recámara, y allí encontré a mi hermanastra, durmiendo en mi propia cama. Como en otras ocasiones, Griselda se había dormido sin camiseta ni brassier, así que llevaba sus enormes chichis al aire, y estaba acostada despatarrada, sobre la cama en total desorden. Pero esta vez, su crimen era más evidente: Esta vez, la sábana solamente la cubría a medias, así que rápidamente constaté, como sospechaba, que se había dormido de nuevo con mis trusas puestas.
Era la perfecta escena in fraganti. Griselda estaba roncando fuertemente, con una expresión de satisfacción en su rostro, mientras sus enormes senos se inflaban y desinflaban conforme respiraba. Mis trusas ajustaban perfectamente a su traserito, y a través de los retazos de sábana se alcazaba a ver la perfección la liga de la trusa con mi nombre escrito en ella…
Sorpresivamente, no estaba furioso. Me había aplacado un poco su aparente inocencia, por el hecho de que ella había creído podía cumplir con la travesura sin que yo la atrapara. También me sentía satisfecho por tener razón cuando pensé que Griselda no cumpliría su promesa. Y también emocionado, ya que ahora tendría la oportunidad de darle una lección a Griselda.
Me quité la corbata con lentitud, me incliné hacia donde Griselda dormía, y deposité un beso en la sien de mi hermana. Luego rodeé su cuerpo con mis brazos, arropándola dentro de las sábanas. Entonces, la alcé en mis brazos y la llevé a su cama. Era una cálida escena: Yo, caminando hacia su cuarto, con su pequeño y hermoso cuerpo en mis manos, sus senos apenas arropados por la sábana, sus delicados pies descalzos colgando fuera de ésta, y todas mis expectativas de justicia.
Me senté en su cama y acuné a mi hermana en mis brazos, murmurándole una canción. Era tan liviana y chiquita, como una niña. La besé en la frente, le aparté el cabello del rostro, y contemplé su inocente rostro de niña traviesa antes de acostarla en la cama.
Griselda no iba a sospechar nada hasta que despertara. Sonriendo, volví a mi habitación. Allí, hice un pase de magia, que tendría el efecto deseado por la mañana. Y cuando Griselda se despertó…
Mi Hermana, Mi Trusa (My Sister, My Briefs)
by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014
Stories of Age/Time Transformation