by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014
Chapter Description: Mis malvadas tÃas me han convertido en un muchacho de 12 años, ¿Qué puedo hacer? Tengo que encontrar un modo de divertirme, pero ellas mi siguen ignorando, asà que hará todo lo posible para ganar su atención y cariño.
Después de una hora de hablar como una tarabilla, Tía Marta por fin se cansó y me dejó bajar.
“Uuuuhhh”, exclamó, “todavía estás pesado, chamaco”, y me depositó en el suelo, dándome unas suaves nalgaditas como si me indicara pasear por allí.
Mis otras tías se rieron un poco, pero al fin estaba libre. ¿Pero libre para qué? No tenía ropas encima, y ahora estaba atrapado en una versión de 12 años de mi cuerpo.
OK; ahora era un niño desnudo frente a mis tías. Pero esta vez no me preocupaba esconder mi penecito de mis tías, ¡Porque ni siquiera sentía que ese cuerpo fuera mío! Así que me quedé parado frente a ellas un minuto, mientras pensaba qué hacer.
Viéndome, las expresiones de mis tías eran de diversión, ya que ahora me encontraba totalmente desorientado, apenas comenzando a darme cuenta de mi situación. Pero aunque les pareció gracioso, ellas siguieron hablando como si nada. Pensé que sería Buena idea volver a la otra habitación para recuperar mis ropas, pero luego me di cuenta de que no iban a quedarme. Y a juzgar por la actitud que ahora tenían mis tías, no parecían preocuparse por que estuviera desnudo frente a ellas.
Un segundo después, sentí que alguien me tocaba el cuello.
“¿Quieres ver la tele?”, preguntó mi tía Eli, acariciando mi cabello. “¿Te la prendo?”.
¿Ver television en un momento como este? Bueno, tenía que distraerme de mis problemas, así que asentí con la cabeza. Mi tía Eli encendió la television y luego me dio el control remoto. Me quedé quieto, viendo el control en mis manos.
“Siéntate, Teo”, ordenó dijo mi tía Bety, secamente.
Era algo razonable, así que le hice caso. Empecé a cambiarle a la tele, buscando algún reality show o película, un programa de MTV cuando menos, pero no pude accede a esos canales. Tal vez era la tele de los niños y mis tías habían bloqueado todos los canales interesantes.
Le cambié con más rapidez, y me detuve en el Cartoon Network. ¿Cómo se llamaba ese programa? ¿Ben 10? Bueno, pues repentinamente me sentí atraído por los personajes y animación de la caricatura, y me senté en la alfombra a verla.
Así es. Viendo TV desnudo bajo la falda de mis tías. Volteé a izquierda y derecha y lo único que pude ver fueron sus piernas enfundadas en medias, saliendo de sus faldas, terminadas en elegantes zapatos de tacón. Algunas tenían las piernas cruzadas, y aparentemente no les importaba para nada lo que estuviera haciendo. Así que me concentré en el programa. Fue un episodio divertido, y luego de eso pasaron otro capítulo (odio la programación de Cartoon Network, pero …)
No pasó gran cosa. Mis tías continuaron hablando, en ocasiones se rieron. No me importaba un comino de lo que estuvieran hablando. Una que otra vez se levantaron y fueron a la cocina a traer una cerveza, un refresco o cocteles. Vi como 1 hora de television; finalmente concluí que el programa era bastante bueno, pero luego de estar mucho rato sentado en la alfombra me puso algo incómodo. Me di la vuelta para ver qué estaban hacienda mis tías; ellas me ignoraban por complete, de la misma forma que ignoran a sus niños cuando los ponen a ver televisión.
¿Era una buena idea acostarme boca abajo sobre las sombras, exponiéndoles mis nalgas? Como apenas y me ponían atención, decidí atreverme. Así, pasé otra ora más, acostado en la alfombra viendo la televisión. Crucé las pienas, tal vez levantando un poquito el culo tras un tiempo. Y mis tías ni siquiera parecían notar cómo estaba acomodado.
Apenas empezaba Nick at Night cuando una mano con un brazalete apareció a un lado de mis hombros y tomó el control remoto. Volteé a ver, y era mi tía Bety, quien apagó la televisión.
“Ya es muy tarde, hay que ir a dormir”, dijo.
Otra vez me molesté; recuerdo que ellas solían poner todo el día las telenovelas y apagar la tele precisamente cuando estaba más interesado en ver un programa. Pero no había forma de quejarse. Mi tía Bety siempre ha sido la más autoritaria de mis tías. También es una de las más jóvenes, pero su cuerpo es más grande que el de sus hermanas. No es gorda, sino alta, de hombros anchos, y tiene piernas y brazos gruesos y fuertes. Su pecho y trasero, por cierto, son más grandes y duros que el del resto de mis tías, a pesar de que ha tenido un par de bebés, tal como las otras. De piel muy morena, siempre tiene en la cara una expression de enojada y petulante, que no le sienta bien.
De todos modos, ya me estaba dando sueño, así que no dije nada. Mis tías empezaron a levantarse de los sillones, bostezando y estirando el cuerpo, y cuando yo hice lo mismo, tía Marta rápidamente me tomó por las caderas.
“Ven, te voy a llevar al cuarto”, dijo, indiferente.
Me hizo enojar y empujé su brazo.
“¡No!”, le dije, “¡Ya sé dónde está, no tienen por qué tratarme como un niño!”.
Más que asustarlas, eso las hizo carcajearse, especialmente a tía Delia, quien se río mucho. No parecían tener intención de humillarme con su risa, sino que al parecer por alguna razón encontraban divertido la forma en que las regañé.
“Okey”, dijo tía Clara, encogiendo los hombros, “¿Entonces nos puedes llevar al cuarto?”, terminó, entretenida y provocando más risa en sus hermanas.
“¡Claro!”, repliqué, y caminé al frente del grupo, con determinación. “Es por aquí”, dije, saliendo del cuarto.
Mis tías se rieron más.
“¡Vamos a seguir al flaquito!”, dijo tía Marta, riéndose de buena gana.
Marché directo hacia el lugar, con mis tías riéndose detrás de mí (¡¿Sería que se estaban riendo de mis nalguitas de nuevo?!) Vi camas adentro, y abrí la puerta, que se encontraba entreabierta.
“Listo”, dije, abriendo la puerta complete para que mis gordas tías pudieran entrar. Ellas ingresaron, todavía riendo divertidas. Al final entré yo y cerré la puerta.
Dentro había un círculo de cinco camas colocadas lado a lado, formando una “U”. También había una ventana con Cortina, un par de mesitas con vasos de agua y cosas así, dos lámparas y un clóset. No pude evitar quedarme mirando el semicírculo de camas, sintiéndome raramente seducido por él, ¿Se me estaba ocurriendo una idea?
Mis tías se sentaron en las orillas de sus camas, y luego de descansar un rato, siguieron con la conversación.
¿No dijeron que era hora de dormir? Eso era lo que me habían dicho, pero al parecía todavía tenían ganas de charlar. Nada más le bajaron un poco a la luz de las lámparas, creando un ambiente de semioscuridad con esa luz verde parpadeante, que combinada con su plástica, no hacía un buen entorno para dormir.
Me trepé a una de las camas, sin preocuparme de que mis tías me vieran el trasero en el proceso, y me acosté boca abajo a dormir. Muchos pensamientos vinieron a mi mente, y diez minutos después, comencé a poner atención en lo que hablaban mis tías. Era lo mismo de siempre: su vida diaria, anécdotas, hablando de sus familias y de otras personas… bueno, no era nada interesante para mí, pero comenzó a gustarme la forma en qué hablaban, con mucha gracia y expresividad. Pensé que era extraño que no me hubiera percatado de sus habilidades orales antes de eso.
Y siguieron hablando por más de 30 minutos. Llegué a la conclusión de que no iba a poder dormir en tanto siguieran hablando a mi alrededor, así que decidía hacer algo más, para tratar de cansarme y así dormirme rápido, o tal vez para atraer su atención y que se dieran cuenta de que quería dormir.
Lo único que se me ocurrió se relacionaba con la primera vez que vi esas camas en “U”. Me da un poco de vergüenza decirlo, pero lo que se me ocurrió era hacer marometas en las camas; sí, tan ridículo como suena. De verdad tenía ganas de brincar sobre las camas, darme algunas vueltas y hacer acrobacias.
Me bajé de la cama gateando, y observé el grupo que formaban mis tías. A ellas no les importaba lo que yo estaba haciendo. ¿Sería capaz de satisfacer mis deseos? Las camas eran talla king size, y ellas estaban sentadas en las orillas interiores. Lo primero que se me había antojado era rodar por toda la U, comenzando en una de las puntas y terminando en la otra. Esta vez mis tías se veían bien serias. ¿Un niño desnudo dando marometas en sus camas las molestaría? Me daba un poco de miedo interrumpirlas, pero quizás su seriedad era en realidad falta de interés por lo demás. Así que en vez de darme miedo, me sentí emocionado de hacer la travesura.
Me pare frente a la primera cama y respiré profundo. Las tías hablaban como siempre, así que tenía que ser rápido. Velozmente, puse las manos sobre la cama, y luego en mi cabeza; Tomando un poco de impulso, apoyé mi cabeza en la cama y comencé a dar la primera machincuepa.
Pronto me encontré girando con la espalda apoyada en la primera cama; seguiría la segunda, y tendría que dar rápidamente un segundo giro. Una descarga de adrenalina sacudió mi cuerpo cuando terminé la segunda maroma; como la segunda cama estaba orientada horizontalmente, debía dar un medio giro y luego dar vuelta, porque la cuarta estaba alineada con la quinta. ¡Era realmente divertido! Los colchones estaban suaves y esponjosos, así que no me dolió nada; más bien pasó lo contrario: gané más impulsó si sentí una suave sensación en mi espalda con cada marometa que daba.
Apresuradamente acabé todos los giros, y aterricé parado en el piso frente a la otra punta de la U, como había esperado. Había sido muy divertido, y me sentí emocionado por la cantidad de energía que gasté; mi corazón latía desbocado, y mi respiración se había acelerado.
Sintiéndome como un acróbata, alcé los brazos al final. Nada había pasado. Volteé a ver mis tías, y ellas seguían tal como antes: hablando entre ellas, como si yo no hubiera hecho nada.
Al principio me enojé un poco de que no se me hubieran fijado en mi gran hazaña, pero luego me alegré de que tampocol les hubiera molestado. Eso significaba que tendría la oportunidad de seguir jugando en las camas.
Me volví a trepar, y gateé una y otra vez cruzando toda la U, a veces brincando un poco o dando más vueltas. No pude evitar reírme, divertido (¡¿Y por qué era tan divertido?!), y poco a poco mis tías comenzaron a ponerme más atención.
Vi sus serias caras en ocasiones iluminarse con una sonrisa cuando me veían gateando por la cama. Era divertido para mí que se rieran de mi traserito, y por alguna razón eso me hacía sentir bien; quizás porque solían burlarse de él, pero ahora les divertía verme jugar alegremente. Comenzaba a disfrutar estar desnudo; me sentía libre y aceptado, incluso sentía que ahora les agradaba a mis tías.
Su conversación se hizo más animada al verme, y comenzaron a reírse; luego empezaron a hablar de sus niños, y otras cosas agradables. Cuando pasaba tras de ellas, me di cuenta de que volteaban a ver mi trasero alejándose. ¿No me estaría poniendo demasiado cachondo? ¿Era esa la manera de comportarse para un púber como el que ahora era? ¿Era normal divertirse de esa forma con miembros de la familia? Nada de eso me importaba, simplemente me estaba divirtiendo.
Se volvió un juego para mí; comenzaba a provocarlas agitando o contoneando el trasero cuando pasaba a su lado. Algunas de ellas, riendo, incluso me daban suaves nalgaditas en el culo. Y yo excitado por su contacto, me reía también y aceleraba para escaparme. Las palmadas que me daban en las nalgas se comenzaban a incrementar, pero como ahora mi trasero era más esponjado y resistente, para mí no era un castigo sino una recompensa y un incentivo para seguir jugando.
Gradualmente mis tías comenzaron a ponerle más atención a mi fundillo que a su conversación. Me hice un poco más exigente, y sus nalgadas eran mi combustible. Cuando una de mis tías no me nalgueaba, me quedaba arrodillado a su lado, alzando y moviendo mis pompas hasta que me daba una buena nalgada, y luego aceleraba para escapar y recibir más nalgadas de otras de mis tías. Una rica erección llenó mi pene por tantos juegos. Más al rato, mis tías comenzaron a disfrutar el juego tanto como yo, festejando y riendo muchísimo.
A veces, los azotes eran reemplazados por una traviesa caricia con las puntas de los dedos sobre la raya del culo, lo que me parecía delicioso. Conforme la perversión del juego se incrementó, pensé que sería divertido enseñarles a mis tías el hoyito de mi culo, y eso hice, agachándome y abriendo un poco las nalgas; a mis tías les pareció divertido, y más nalgadas llovieron sobre mi trasero, incluso sobre mi perineo, lo que estimuló mi erección aún más.
Luego me paré sobre la cama, agitando las caderas para hacer que mi pene rebotara; eso fue tan divertido para ellas, que decidí caminar sobre la cama y traerles más espectáculo. ¿¿Me estaba portando demasiado inmoral?? ¡Eso no me preocupaba! A ellas les encantaba mi actuación, y hasta me comenzaron a aplaudir, emocionadas como niñas.
Cuando el juego llegó a su clímax, decidí acostarme sobre el regazo de mis tías, cuando ellas estaban alineadas; me bajé de la cama y me acosté boca abajo en las piernas de tía Bety y Eli. La sorpresa les gusto mucho, y me sujeté de la falda de tía Chima, riendo y agitando el culo, rogando por más nalgaditas. Eli y Bety me dieron más nalgadas, mientras las demás se reían con el espectáculo.
Tía Bety me tomó en los brazos y me dio la vuelta para que quedara boca arriba. Eso hice, abriendo las piernas, y que ella tomó y alzó, poniéndome en posición de ponerme pañales, para luego darme más palmadas en las nalgas, que en esa posición quedaban estiradas y tensas. Agité las piernas en pleno disfrute, mientras tía Eli encontró muy divertido ver mi pene paradito y colgando. Mientras yacía sobre el regazo de tía Bety, tía Eli me abrazó por el pecho, hundiendo mi cara en sus enormes y suaves pechos. Eché un vistazo hacia arriba, sonriendo, y lo único que pude ver a través del espacio que sus gigantezcos senos dejaba, era su cara, sonriendo y riendo complacida, con su largo cabello rizado y sus aretes colgando.
Luego, exhaustos después de tanto juego, tía Eli me sentó en su regazo, acariciando mi cabeza, mientras mis otras tías sonrieron contemplando la bella escena. Me deleité cuando sus manos femeninas, con esos dedos largos y uñas pintadas de rojo, acariciaron mis mejillas y mi rostro; gentilmente besé sus dedos, agradecido. No podía creer haberme divertido tanto con mis tías, me sentía más feliz que nunca en toda mi vida.
Después de descansar un poco, tía Clara, la que menos se había divertido con el juego (y aún así, se había divertido mucho), dijo, entre sonrisas:
“Okey, okey, demasiada diversión, creo que ahora sí es el momento de irnos a dormir”.
Tía Eli me cargo en sus brazos y me acostó en mi cama, pero yo me sentía menos adormilado que antes. Mis tías se comenzaron a desvestir y ponerse la ropa de dormer, y yo de pronto me sentí interesado en sus cuerpos rechonchos y femeninos, en sus panties de encaje y sus brassieres.
Mis tías no usaban pajama; en vez de eso, cada una dormía con ropa distinta. Tía Clara, Lara y Eli se quedaron en calzones y descalzas, usando sólo playeras de colores para cubrirse arribua, y con el cabello atado en una cola. Tía Marta vestía igual, con la diferencia de que en vez de panties, por alguna razón se había puesto las trusas de hombre que me había quitado cuando llegué.
Casi perdí el aliento, cuando vi a tía Bety por la espalda, desnudándose. Me enamoré de sus anchas y morenas espaldas cuando se comenzaba a quitar la blusa, con su corto cabello, que no alcanzaba aún sus hombros, pero lacio y brillante cabello peinado al estilo de los 70’s. Y aluciné con su estatura y con sus fuertes brazos y piernas. Rápidamente se quitó las medias y el brassier, quedándose como todo un monumento de mujer, usando solo sus calzones blancos, que brillaban y lucían sobre su cuerpo, tan prieto y moreno. Sus deliciosas nalgotas eran redondas, fuertes y paradas, y sus chichis caídas, grandes y de la aureola oscura y erecta. Había decidido dormirse usando únicamente las panties, y yo de repentí sentí sed de estar con ella.
Así que rápido me bajé de la cama, y corrí a abrazar su cadera, cuando ella estaba por acostarse en la cama.
Su ruda cara me tomó por sorpresa; ella de inmediato volteó a verme, muy molesta. “Épale, no no no, tú vas a dormir con tu tía Delia”, me dijo.
Entonces me tomó por las axilas y me llevó a donde estaba mi tía Delia. Mi gorda tía Delia estaba acostada en la cama, con las cobijas cubriéndole solamente la parte de abajo del cuerpo, dejando sus inmensos y gordos pechos al aire. Ella había decidido dormir desnuda, para que no le diera calor. Al verme, tía Delia abrió los brazos y tía Bety me entregó a ella.
Con cariño y sonriendo, Delia talló sus cachetes contra los míos y levantó las cobijas para que yo entrara con ella. Me sentía un poco triste por haber sido rechazado por tía Bety. Ahora tía y sobrino, los dos totalmente desnudos, nos acurrucábamos bajo las sábanas. Apoyé mi cuerpo contra el de mi obesa tía Delia, mientras ella me hacía un espacio en el hueco entre su axila y su abrazo, abrazándome fuerte. Coloque mi cabeza sobre uno de sus gelatinosos pechos, que me sirvió como la más cómoda almohada, y tía Delia cerró los ojos, abrazando mis caderas con su gordo brazo.
Las luces se apagaron, y esa noche el gordo y esponjoso cuerpo de mi tía Delia fue suficiente para mantenerme cálido. Me sentí calmado y tranquilo al tener cerca el olor su dulce perfume, sintiendo la tibieza de su piel, y cuando se durmió, soporté sus ronquidos jugando con sus lindos aretes de esmeralda. Muy pronto me dormí, recordando lo lindo que había pasado el día en compañía con mis tías, e imaginándome qué pasaría el siguiente.
CONTINUARÁ
Mis TÃas las Brujitas
by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014
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